lunes, 29 de noviembre de 2010
Selva, agua y mariposas
En Posadas conocí a Popy, un suizo que lleva 20 años viajando a Sudamérica, ya la recorrió hasta en bicicleta, ahora estaba escribiendo un libro sobre rutas de rafting, me contó de unos saltos pocos conocidos y que merecía la pena ver, se encuentran en el alto Uruguay en la frontera entre Argentina y Brasil, una falla de 150 metros de altura en el fondo basáltico del río provoca que su cauce se divida en dos durante 3 km. y el cauce superior se precipite sobre el otro. Ahora esta caída tiene de10 metros, en enero llegará a los 15, son los saltos del Moconá.
El domingo por la mañana me fui hasta “El Soberbio”, atravesando la selva misionera de oeste a este, el paisaje, vegetación en estado salvaje, solo en las proximidades de las poblaciones se ven plantaciones de hierba mate, té, mucho pino, cada vez más tabaco, soja y citronela, originaria de Sri Lanka, de ella se extrae un aceite que se usa en perfumería. Aparece en medio de la selva alguna aldea guaraní, lamentable el estado en el que viven en San Ignacio visité una, tienen los mismos problemas de abandono que el resto de las comunidades indígenas americanas.
Al llegar a el pueblo, de unos 5.00 habitantes, me llama enseguida la atención la cantidad de gente rubia, de ojos claros y piel pálida, luego me enteré que los fundadores eran colonas alemanes provenientes de Brasil, así se entiende el portuñol que usan cuando hablan. en el río Uruguay se ve un incesante tráfico de preñas embarcaciones cruzando entre los dos países, la relación entre los habitantes de una y otra orilla es muy estrecha, sólo cuando juegan las selecciones el ganador tira cohetes hacia la orilla contraria.
Los saltos del Moconá se encuentran a unos 75 km por una carretera recién asfaltada, por lo que me temo que a partir de ahora serán mucho más visitados, antes este camino había que hacerlo en vehículos 4x4. El sitio es una reserva natural, muy cuidada, una selva con enormes árboles y millones de mariposas por todos lados, si te quedas un rato inmóvil enseguida te cobren todo el cuerpo escudriñándolo con su espiritrompa como haciéndote cosquillas, de todos los colores y tamaños, como flores voladoras.
Una lancha neumática por unos 50 pesos te da un paseo de una media hora por los 3 km de cascada, un viaje impresionante, entre el atronador ruido del agua cayendo y salpicándote como una fina lluvia, mientras el torrente del ría zarandea la balsa a su antojo, una experiencia impresionante.
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