Candombe

En el 2009 la Unesco declaró el candombe montevideano Patrimonio de la Humanidad, junto con el tango rioplatense.

El 3 de diciembre de 1978, en plena dictadura militar, el ejército desalojó y derribó el conventillo Medio Mundo, en el barrio Sur, una gran casona con patio central donde vivían un buen número de afro uruguayos y por ende  icono del candombe, por su fachada se realizaba en carnaval el desfile de “Las Llamadas”.

Hoy en día todos los años en esa fecha se celebra el día del candombe y se realiza el desfile por la calle 18, desde la plaza Independencia a la Cagancha. Más de 30 comparsas, con sus estandartes, sus enormes banderas que planean por encima del público y los niños quieren atrapar, la media luna, la estrella de cinco puntas, la vedette, ligera de ropa bailando candombe, aunque ya no esta Rosa Luna, nadie se mueve come ella, las “mamas viejas”, los “gramilleros”, los “escobilleros”, bailarines y alrededor de setenta tamboriles, Unos 2.000 tambores hacen vibrar la ciudad, retumban los cristales y los cuerpos de la gente que se agolpa en las aceras para danzar a ritmo de chico, repique y tambor.

A diferencia de otros países americanos, la esclavitud llegada al Uruguay, era casi totalmente urbana, se ocupaban de las labores domésticas en las casas de los patricios, lavanderas, aguadores, amas de cría, conductores de carruajes, esto provocó la rápida integración bidireccional de criollos y negros, adoptando unos muchas costumbres de los otros. Así el candombe trascendió el ambiente afro para hacerse patrimonio de toda la ciudad, negros blancos y lubolos, (blancos pintados de negro), danzan al ritmo de Changó.

Hoy me despido de esta ciudad, con espero un  “hasta pronto”, y recordando una vieja canción popular:

 

“Nací en Montevideo,

en un río como mar,

no busques lugar más bello,

porque no lo encontrarás.”

Soy uruguayo

El año pasado entre a hurtadillas, embozado, casi con nocturnidad y por la ventana de atrás de mi propia casa, este año entre por la puerta, en pleno día con la cédula uruguaya.

Me encanta callejear por Montevideo, planificar la noche, teatro, música, boliches, a veces me cuesta elegir la opción, paseando  por la mañana llegué hasta el mercado de la Abundancia, lindo nombre para una antigua plaza de abastos convertida hoy en centro cultural, teatro, mercado de artesanos, boliches y sede de Joventango, como suponía estaba vacio a esa hora, oportunidad para sacar fotos a su vieja estructura férrea. En eso se me acerca Alfredo, un señor muy mayor que me aborda con ganas de charla, en cuanto le respondo me vuelve a interrogar:

- ¿gallego?

- Nací acá, en esta misma calle San José, pero llevo años viviendo en España.

-¡Ah!, entonces sos galleguayo, respondió.

-Ya no sé, me han puesto tantos adjetivos que una ya no sabe si es lo que cree ser o lo que los demás opinan.

Comenzamos una conversación, durante casi tres horas hablamos de Montevideo, de candombe, de tangos, hasta susurramos alguno, le conté alguno de mis viajes.

-Pero vos viajás a la uruguaya.

Me contó que era descendiente de los primeros pobladores canarios de Montevideo, me habló de los cabarets de San José, de Gardel de Julio Sosa, de la Cumparsita, de las tanguerias, toda una enciclopedia del tango.

-Vos no conociste a Sosa.

-Yo de pibe estuve en sus brazos.

-Perdoná, entonces vos sí sos uruguayo.

Eso me llenó tanto, después de años viajando, era la primera vez que oía esto, me llamaron gallego, falso gallego, galleguayo, pero nunca nadie me había reconocido esa facultad que yo sabía cierta.

-La verdad siempre me sentí parte de esto, le dije.

-Tenemos síndrome de ¨pueblo elegido¨, cultos, solidarios, humildes, así nos va, pero no cambio esto por nada, yo, con una jubilación de mierda y con mi hija pidiéndome me vaya con ella para Valencia, no puedo vivir en otro sitio.

Me dio su teléfono por si me hiciera falta cualquier cosa y quedamos emplazados para otra charla.

En cuanto lo dejo me encuentro en la vidriera de un bar un verso de Benedetti, compro el diario, un ramito de jazmines y me siento en la plaza del Entrevero a tomarme un chopp y disfrutar de la primavera montevideana, suena Jorge Drexler, …calma, todo esta en calma…, como me gusta esta ciudad, mi otra casa, o quizás la única.

¨De vez en cuando hay que hacer una pausa

contemplarse a si mismo

sin fruición cotidiana

examinar el pasado

rubro por rubro

etapa por etapa

baldosa por baldosa

y no llorarse las mentiras

sino cantarse las verdades´

Mario  Benedetti

Pausa, de Poemas de otros, 1974.

¡Agüita!

A las 3 de la mañana estaba saliendo de  El Soberbio¨¨,en el Expreso de la Selva, un ómnibus que recorre hasta Andresito toda la selva misionera, 200 km n casi ocho horas, parando en cada pueblo, o para un cigarrito, llenar el termo de agua acá, una meadita allá, pero el paisaje a medida que va amaneciendo se hace impresionante Verde, todo verde, a la altura de San Pedro me sorprende un amplio bosque de enormes araucarias, no las hacia en estas latitudes.

Llegué a Puerto Iguazú, es de esas ciudades turísticas que odio, hoteles, bares y un montón de tiendas de baratijas que gustan a los turistas, por ver las cataratas, si no hubiese salido corriendo, merece la pena por el espectáculo de agua, pero al final salí corriendo en avión rumbo a Buenos Aires, como turista, ni accidental me encuentro a gusto.

Al contemplar las cataratas del Iguazú me doy cuenta que los del Moconá pese a su espectacularidad, no son más que un aperitivillo, esto es un festival de agua, como si fuera un gran espectáculo de fuegos pirotécnicos, pero líquido

Baires, la gran metrópoli, la gente se mueve en hordas apresuradamente por las calles, la luz verde de un semáforo se parece a al apertura de un centro comercial en rebajas, todo el mundo se apresura a llegar el primero a la otra acera, como extraño Montevideo.

Selva, agua y mariposas

En Posadas conocí a Popy, un suizo  que lleva 20 años viajando a Sudamérica, ya la recorrió hasta en bicicleta, ahora estaba escribiendo un libro sobre rutas de rafting, me contó de unos saltos pocos conocidos y que merecía la pena ver, se encuentran en el alto Uruguay en la frontera entre Argentina y Brasil, una falla de 150 metros de altura en el fondo basáltico del río provoca que su cauce se divida en dos durante 3 km. y el cauce superior se precipite sobre el otro. Ahora esta caída tiene de10 metros, en enero llegará a los 15, son los saltos del Moconá.


El domingo por la mañana me fui hasta “El Soberbio”, atravesando la selva misionera de oeste a este, el paisaje, vegetación en estado  salvaje, solo en las proximidades de las poblaciones se ven plantaciones de hierba mate, té, mucho pino, cada vez más  tabaco, soja y citronela, originaria de Sri Lanka, de ella se extrae un aceite que se usa en perfumería. Aparece en medio de la selva alguna aldea guaraní, lamentable el estado en el que viven en San Ignacio visité una, tienen los mismos problemas de abandono que el resto de las comunidades indígenas americanas.

Al llegar a el pueblo, de unos 5.00 habitantes, me llama enseguida la atención la cantidad de gente rubia, de ojos claros y piel pálida, luego me enteré que los fundadores eran colonas alemanes provenientes de Brasil, así se entiende el portuñol  que usan cuando hablan. en el río Uruguay se ve un incesante tráfico de preñas embarcaciones cruzando entre los dos países, la relación entre los habitantes de una y otra orilla es muy estrecha, sólo cuando juegan las selecciones el ganador tira cohetes hacia la orilla contraria.
Los saltos del Moconá se encuentran  a unos 75 km por una carretera recién asfaltada, por lo que me temo que a partir de ahora serán mucho más visitados, antes este camino había que hacerlo en vehículos 4x4. El sitio es una reserva natural, muy cuidada, una selva con enormes árboles y millones de mariposas por todos lados, si te quedas un rato inmóvil enseguida te cobren todo el cuerpo escudriñándolo con su espiritrompa como  haciéndote cosquillas, de todos los colores y tamaños, como flores voladoras.
Una lancha neumática por unos 50 pesos te da un paseo de una media hora por los 3 km de cascada, un viaje impresionante, entre el atronador ruido del agua cayendo y salpicándote como una fina lluvia, mientras el torrente del ría zarandea la balsa a su antojo, una experiencia impresionante.

EL Soberbio

En la tierra de “El loro pelado”

Horacio Quiroga, un escritor uruguayo, formo parte como fotógrafo  de una expedición a Misiones a principios del siglo XX, quedó tan fascinado por la selva subtropical que decidió establecer su residencia en San Ignacio, a 60 Km de Posadas, Paraná arriba. El hoy considerado una de los mejores cuentistas hispanoamericanos del siglo, escribió un libro con los cuentos que le contaba a los niños guaranís que habitaban en la zona, titulado “Cuentos de la selva”, es de lectura casi obligada durante la educación primaria de una y otra orilla. De niño recuerdo como el peor castigo, copiar una y otra vez, el cuento más largo del libro, ante la previsible penitencia, rezábamos para que no nos tocara “El loro pelado”.

Hoy me imagino a este burlón volando de palmera a quebracho, picoteando las frutas encontradas al paso, por esta selva impenetrable a orillas del inmenso Paraná, extrañado del cambio que se ha producido en su entorno.

A poco más de 2 km de la casa de Horacio se encuentran las ruinas de una de las misiones más grandes de los jesuitas, San Ignacio de Miní, fundada a mediados del siglo XVII, llegó a albergan a cerca de 10.000 indios. Hasta mediados del siglo anterior permanecieron ocultas por  la selva, fue Quiroga quien propago con sus fotos la grandeza que allí se escondía.

Ayer sábado estuve en San Ignacio, por la mañana visité las ruinas, toda una ciudad, por la tarde fui hasta Teyú Cuaré, un peñón a 10 km que se alza sobre el río la vista desde su cima es impresionante, el nombre en guaraní significa “gran reptil”, según la leyenda aquí habitaba un enorme lagarto que atacaba a las embarcaciones de los mbya cuando intentaban pasar delante de esta estibación. Un día sus plegarias tuvieron efecto y un rayo lo fulminó. Mucho tiempo después tuvo aquí refugio otro reptil,el criminal nazi Borman que permaneció oculto másde20 años.

 

Por la noche volví a las ruinas donde todos los días se realiza un espectáculo de luces y música muy bueno, se proyectan imágenes sobre las piedra y aparecen personajes en tres dimensiones proyectados sobre una especie de bruma, no me arrepentí de haberme quedado.

Esteros del Iberá

Los Esteros del Iberá son unos humedales situados al norte de la provincia argentina de Corrientes, son 13.000 km2 de lagunas, esteros y bañados, en sus islas flotantes, producto de la acumulación de vegetación, viven más de 3.500 especias de animales y plantas, 350 aves, mamíferos entre ellos, ciervos del pantano,carpinchos, lobitos de río, monos aulladores y grandes reptiles como el yacaré. Casi todos ellos hace unos años estaban en peligro de extinción,pero desde la declaración de reserva natural, las poblaciones se han recuperado. La fuente de su caudal es principalmente la lluvia.

He vivido dos días casi encima de una lancha recorriendo la laguna Iberá, sus arroyos de desagüe y los intrincados brazos que forman las islas flotantes o embalsados como los llaman los lugareños. He visto amanecer,  anochecer y el cielo cubierto completamente de estrellas reflejándose sobre el agua en competencia con las luciérnaga, Iberá en guaraní significa ´agua que refleja´.

No os preocupéis tengo alrededor de unas 500 fotos y unos cuantos vídeos, los iré subiendo en cuanto pueda.

 

Cuando llegué a la casa donde iba a dormir conocí a dos colectiveros, conductores de autobús, Pablo y Nicolás que traían a  una expedición de biólogos de la universidad de Mar del Plata, a los cinco minutos, y gracias a Fernando que nos llevó a casa de un matarife brasilero que sacrificaba sus propias reses, ya teníamos montado un asadito, con su costilla sus chorizos, sus achuras, unas cervecitas, charlas y risas, una buenas noche.

Ahora estoy esperando el colectivo hacia Corrientes para desde allí ir a San Ignacio para ver las misiones jesuíticas.

Luna llena en Barrio Sur

El sábado iba camino de cenar algo, cuando por San José escucho a lo lejos el repiquetear de lonjas, intuitivamente mis pies tomaron camino del sur. Por Canelones y Río Negro, dos parejas bastante entradas en años bailaban un tango que sonaba en un viejo radiocasete que apenas apagaba el sonar de los ya más cercanos tambores. En Paraguay y Maldonado un antiguo boliche, ´Montevideo Sur´, como sacado de un tango de Discépolo, olor a vino barato mezclado al rancio de cuatro milanesas que se retorcían para intentar cerrarse como ostras para guardar su perla, quien sabe desde hacía cuantos días, en metro y medio de altura de una barra de mármol blanco. En las paredes envejecían descoloridas fotos de viejas glorias de Nacional, el dueño bolso fijo y presunto gallego. Un retrato de Gardel misaba a su vecino Artigas entre un roído poster de Iberia con Juan Carlos y Sofía, gallego fijo. Cuatro negros de blanco pelo, uno en cada mesa, se aferraban a su vaso de vino o grapa miel con la mirada fija en un programa de televisión española, por supuesto. En un extremo del mostrador el gallego arbitraba una futbolera discusión sobre el último clásico.
Ya en Gardel y Cuareim los lubolos agitaban sus tamboriles a manotazo limpio entre cerveza y cerveza, mientras las negras zarandeaban tomando mate, sus poderosas caderas.
Comienzan las llamadas, ya pronto llegarán  del Cerro, de la Aguada, del Cordón, del Buceo, para el desfile de carnaval.
´Lindo haberlo vivido pa poderlo contar´, José Carbajal, el Sabalero.

Por la Mesopotamia Argentina

Ayer domingo a medianoche salí en autobús para llegar a Salto, en el norte de Uruguay

ay, a las 5:30, de aquí a la ciudad Argentina de Concordia, luego a Curuzú Cuatiá y de aquí hasta Mercedes  en la provincia de Corrientes, esta y la de Entre Ríos, forman la denominada Mesopotamia Argentina, por encontrase rodeadas del rio Paraná y Uruguay. El objetivo es visitar desde aquí los Esteros del Iberá, 120 km al norte y que constituyen una del las reservas de faunas más grandes del país. Ya conseguí un guía y los próximos 3 o 4 días estaré incomunicado, pero a la vuelta espero ofreceros unas maravillosas fotos.

Durante mi corta estancia en Concordia, tuve tiempo de acercarme hasta el monumento que indica donde Artigas encabezando el Éxodo Oriental, cruzó el río Uruguay para establecerse en Ayuí, os dejo la foto porque os la debía del año pasado.

De boliches y librerías

Si se viene a Montevideo, una coso que no hay que perderse es visitar sus antiguos cafés, el Jockey, la Catedral, el Fun Fun, etc., pero mi preferido es el Brasilero, sus mesas podrían contar tantas cosas, locuras de Onetti, obsesiones de Filisberto, un táctica de Benedetti, quizás conserven aún el tintinear de los dedos de Canaro  pensando en un nuevo tango, un estribillo inflamado de Viglietti o el  rayar de la pluma de Galeano escribiendo su último artículo. En la plaza matriz comerse un caliente o un chivito, versión uruguaya de la hamburguesa, eso sí, ese conglomerado rosado de no se sabe qué, se sustituye por un hermoso filete de lomo de novillo acompañado de huevo duro,mozzarella, panceta, aceitunas, champiñones, tomate, cebolla caramelizada y lechuga. Si se opta por la pizza, lo mejor es acercarse al Hispano, sola, con mozzarella, con aceitunas, acompañada de un buen trozo de fainá, orillero al ser posible… una delicia, si no pedí una picada, te llenan la mesa con unos 30 platillos de pizza, cacahuetes, papas fritas, albóndigas, ravioles,queso, jamón, es como un menú degustación de tapas, eso y un chopp helado no es, pero se parece al paraíso.

Entre boliche y boliche se puede hacer alguna parada por la librerías de la Ciudad Vieja, hermosas, donde incluso con suerte se puede participar de alguna agradable tertulia, Linardi, Oriente Occidente, el Aleph o Pablo Ferrando, con restaurante incluido

El dios fútbol

El todos los kioscos, bares, ómnibus, taxis, como a modo de san cristóbales o san pancracios, se puede encontrar una foto de Forlán, los uruguayos están orgullosos de ese cuarto puesto en el mundial, tanto que parece que se hubiera ganado. Demasiados años de sequía para una selección que en las décadas de los 20 y 30 lo ganó todo, existió una generación de jugadores que atesoraron 2 Olimpiadas, varios Sudamericanos y un Mundial, aquellos Andrade, Cea(de Redondela, Nasazzii,  Scarone, Castro, etc. Luego hubo que espera hasta el 50, cuando ¨El jefe negro´ Obdulio Varela, se hecho encima a todo el equipo para provocar el Maracanazo y hundir en la desesperación a un Brasil que esperaba ganar el mundial, tanto fue la decepción que hasta cambiaron la camiseta blanca por la actual canarinha.

Camiseta de Obdulio Varela utilizada en la final de 1950

18

Así es conocida la principal arteria comercial de la capital, la avenida 18 de julio hoy en horas bajas por el auge de los centros comerciales, vertebra el centro urbano, todo se referencia alrededor de ella. Durante el día es un ir y venir continuo de gente, pero no apurada, aquí la gente no corre apresurada pareciendo llegar siempre tarde, como ocurre en otras urbes, acá la gente pasea, toma mate, se para a charlar a tomar un café, una cervecita o cualquier minuta, parece que siempre hay tiempo de sobra, cualquier cosa puede esperar.

Salgo a recorrerla por la mañana, el olor de los ramitos de jazmines de los primeros vendedores, lucha con el humo de los penúltimos garrapiñeros, como anunciando el ya próximo verano, hago una parada en una terraza a tomar un café donde un negra garabatea en un viejo trozo de moqueta con un trozo de tiza blanca, un imposible paisaje londinense, luego comenzó a ofrecerlo a los matutinos comedores de panchos que se burlaban de su ingenuo arte, mientras tanto un perro callejero, ajeno a todo masticaba un reseco esqueleto de una paloma.

Clásico domingo de clásico

Hoy es domingo de clásico, pocas cosas paralizan tanto la ciudad como un partido Peñarol-Nacional. Amanece una soleada mañana de primavera, una oportunidad maravillosa para pasear por la feria de Tristán Narvaja, una especie de Rastro multiplicado por tres, donde tiene cabida cualquier cosa que se pueda vender,  o aparentemente no, da igual cualquier cosa se oferta por si acaso encuentra un comprador, un zapato viejo, un periódico, de hace un siglo o de la semana pasada, unos dientes postizos, centenares de llaves, tornillos, tapacubos, viejas monedas, cromos de todas las épocas, sellos, discos con música de cualquier tiempo y estilo, botellas, hierros de los cuales es difícil reconocer su utilidad u origen, un sitio donde perder horas revolviendo .

Hacia el mediodía comenzaba a vaciarse, la gente con su caja de ravioles, se apresuraba a tomar el ómnibus llegar a casa comer, enfundarse su  camiseta aurinegra o blanca y partir rumbo al estadio Centenario o al bar más próximo, para verlo tomando una cerveza o con la ñata contra la vidriera.

Termina el partido, el resultado, un decepcionante 0-0, no hay lugar para montar bronca contra el rival, los aficionados de uno y otro equipo se lamentan de las ocasiones  erradas, los penales no cobrados, los cambios no realizados. Por lo menos fin de fiesta en paz.

Las Piedras

Población situada 20 km al norte de Montevideo, en el vecino departamento de Canelones. La importancia de este enclave viene de lejos, en los albores de la guerra de independencia. Aquí Artigas libro su ultima batalla contra el ´godo¨, tras vencer al general Posadas, las tropas coloniales se refugiaron en Montevideo, comenzando así el sitio de la ciudad que duraría hasta que Buenos Aires obliga a abandonarlo después de firmar un armisticio con España. Paralelamente la metrópoli firma un acuerdo con Portugal para que este invada por el norte el país, invasión que acabará con el éxodo del pueblo oriental  con un Artigas vencido y traicionado a la cabeza, hasta el campamento del Ayuí en la provincia argentina de Entre Ríos.

Aparte de este hecho histórico, también es conocida por su hipódromo y por ser la cuna de¨´El varón del tango´, Julio Sosa. A finales de los 50 su irrupción supuso un renacimiento del tango, la juventud lo había abandonado por los modernos y pegadizos ritmos procedentes del norte, su voz logró que los discos de tango se volviesen a vender, e incluso colocarlos en lo alto de las listas, decía Troilo que gracias a Sosa había comido toda una generación de músicos.

Tras su muerte en accidente de tráfico en Buenos Aires, a mediados de los sesenta, fue enterrado en un panteón militar argentino y no se permitía su visita, ni la repatriación de sus restos, ya es conocida la contumaz intención de los porteños por apoderarse de todo lo uruguayo que les gusta.

Hace pocos años un grupo de pedrenses, iniciaron los tramites de repatriación de un tal Julio Sosa, el juez sin caer en cuenta de quien se trataba realmente firmó la orden, y por más que quiso el gobierno argentino  evitarlo, al final tuvo que dejar salir los restos hacia Las Piedras.