Clandestino en Brasil

Bella Unión, la ciudad más al norte del país, tierra de cañeros, en esta zona la principal actividad es la plantación y procesado de la caña de azúcar. En los años sesenta esta gente vivía en un estado semiesclavitud, trabajaban de sol a sol por un sueldo mísero  que aún encima se pagaba con vales que sólo podían canjear en establecimientos de la propia empresa con unos precios muy por encima del mercado. En aquel momento, conocedor de esta situación llega hasta la ciudad Raúl Sendic y organiza el sindicado UTAA, (Unión de Trabajadores Agrarios del Azúcar), esto desemboca en una gran marcha de los cañeros hasta Montevideo, más de 650 km, con el fin de dar a conocer su situación. Allí permanecieron durante tiempo acampados frente al Palacio Legislativo, hasta que fueron expulsados por la fuerza, ese fue el germen del movimiento Tupamaro  que durante años puso en jaque al gobierno, hasta e golpe de estado de 1973. Era gente muy pobre, sin nada que perder y todo por ganar, en la capital despectivamente se les llamaba peludos, pero ellos ese apelativo lo tomaron como bandera. Hoy en día se han repartido tierras estatales entre los cañeros para  que las exploten a cambio de compromiso de compra de la producción y una renta justa.

La ciudad parece más brasileña que uruguaya, es lógico debido a las mejores comunicaciones con Brasil que con el resto del país. Artigas el departamento donde se enmarca esta muy poco poblado, desde fui hasta la capital Artigas, por una pésima carretera y pasando por sólo dos poblaciones de muy pocos habitantes, no hay apenas servicio de autobuses con lo cual me pasé todo el camino recogiendo y dejando gente, de una estancia a ora en la mayor parte de los casos,  personas que iban a buscar trabajo o que venían de realizar alguna compra, hasta cuatro veces paré, el último fue un recolector de huevos de ñandúes, una especie de avestruz,, que se empeñaba en regalarme uno.

En Artigas conocí a un curioso personaje, Carlos Cigarrán, un artesano que trabaja las piedras semipreciosas, ágatas amatistas, jaspe  que abundan por la zona, su ilusión siempre fue viajar por el mundo, peo nunca lo pudo conseguir, empezó a describirme lugares con total detalle, incluso sonidos y olores, sitios en los que nunca había estado, los conocía por fotos, documentales o por lo que le había contado algún viajero. Luego me llevó a una escuela taller donde le enseñaba a niños discapacitados a trabajar las piedras, les compre un par de llaveros y le quise dar 500 pesos para ayudarle en la labor, me los rechazaba, pero al final aceptó pero quería llenarme el coche de piedras.

Slir de Artigas era un problema, ¿volver atrás, hacer más de 200 km por una carretera aún peor? o arriesgarme e ir hasta Rivera por Brasil, 100 km por una buena carretera, el problema estaba en que no podía salir del país con un coche alquilado, así me lo hicieron saber en Salto, cuando quise cruzar a Argentina para llegar hasta Ayuí. Probé, pase´por l frontera en medio de un montón de gente caminando en bici y moto, nadie me paró, en  brasileña tampoco y carretera hasta Rivera, poco más de una hora. Temía que allí hubiese puesto fronterizo antes de la ciudad de Libramento, porque entonces tenía un problema, iba atento para pr si acaso dar media vuelta y volver a Artigas, entré en la ciudad y empecé a ver los carteles que dirijan a la frontera, de repente desaparecieron, pregunté en portugués a un muchacho que pasaba  me dijo que ya estaba en Uruguay, uf sensación de alivio.