De falta, a sobra

Cabo Polonio, su nombre viene del capitán Pollioni, cuyo barco proveniente de Cádiz embarrancó en sus costas alá por 1753. Lugar inhóspito, más de siete kilómetros de arenales que lo incomunican de cualquier signo de civilización, no hay carretera, el único transporte son vetustas camionetas 4x4 que acabaron sustituyendo a los carros de bueyes que hasta hace poco hacían el camino. No hay electricidad, ni teléfono, ni siquiera agua potable, un lugar salvaje para olvidarse de cualquier necesidad superflua, comer pescado y chau, vamos hacer vida de lobo marino, lo malo es conseguir el harem. Esto atrajo a un montón de hippies de todo el mundo que habitan las viejas cabañas de los pescadores.

Al día siguiente pasé por Punta del Este, enorme monumento al consumo, opulencia y ostentación, casi parece un pecado ser pobre ante tanto despilfarro, paso corriendo, un asco, inadmisible.

Muy cerca de esta aberración capitalista, se encuentra Punta Ballena y allí Casa Pueblo, la cas del artista Páez Vilaró, me encantó  su obra, solo conocía algún cuadro, pero ver la obra en su conjunto me maravillo. Autor polifacético, pintura, escultura, cine, su arte siempre comprometido con la raza negra, de hecho todavía, a sus 80 años, todavía desfila son una comparsa en las Llamadas.

Luegoun rosario de balnearios, Portezuelo, Piriápolis, La Floresta, Parque del Plata, Atlántida, Santa Rosa, Slinas, Pinamar, Lagomar, Solimar, Miramar y así todos ya en la ribera del río de la Plata al final Montevideo.