Río de los pájaros pintados

 

Cuando en 1516 Juan Díaz de Solís llegó a la desembocadura del río de la Plata, creyó haber descubierto un mar de agua dulce que lo llevaría hasta el Pacífico, lo remontó hasta el fin del río Uruguay, allí desembarcó y las charrúas que lo habían descubierto bastantes años antes, acabaron con el y sus errores. Este lugar, conocido como Punta Gorda, se considera hoy el kilómetro 0 del Plata, en esa playa estuve con unos pescadores que me enseñaron los pájaros que por el paraje pululaba, garzas, periquitos, biguás, caranchos, cardenales, horneros, boyeros, benteveos, y así muchos más, esos charrúas a los que creía haber descubierto el desafortunado Solís, le pusieron por nombre al río que allí desemboca “Río de los pájaros pintados”.

Río de los pájaros

El Uruguay no es un río,

es un cielo azul que viaja,

pintor de nubes caminos

con sabor a mieles ruanas.

Los amores de la costa

son amores sin destino,

camalotes de esperanza

que se va llevando el río.

No cantes mas torcasita

que llora sangre el ceibal.

Morenita lavandera,

biguacita de la costa,

enrollate la pollera,

ponete a lavar la ropa.

Tu madre cocina charque,

tu padre fue río arriba

y vos te quedaste sola

lavando ropa en la orilla.

No cantes mas torcasita

que llora sangre el ceibal.

Canoita pescadora

aguantame el temporal,

si mis brazos no se cansan

remando te he de llevar.

Gurisito pelo chuzo,

ojitos de yacaré,

barriguita chifladora,

lomito color café.

No cantes mas torcasita

que llora sangre el ceibal.

No cantes mas torcasita

que llora sangre el ceibal.

Aníbal Sampayo

Un poco más al norte entramos en el departamento de Soriano, “Aquí nació la patria”, reza su lema, comenzando por la proclama de emancipación que promulga Artigas desde su cuartel general de Mercedes, capital del departamento, pasando por el “Grito de Asensio”, llamamiento a unirse a la revolución, hasta el desembarco de los “33 orientales” en la playa de la Agraciada para iniciar la definitiva guerra de independencia de Brasil.

Mercedes es una bonita ciudad a orillas del río Negro con un enorme paseo fluvial, de unos 3 km de largo y unos 50 m de ancho, a mi llegada observé como una cantidad considerable de coches y motos la recorrían muy lentamente, tomando mate, charlando de coche a coche, de moto a moto, incluso alguno con el perro al lado, como paseándolo y en las rotondas que remataban el  paseo en sus extremos, daban la vuelta una y otra vez. Me acordé que de niño había visto algo parecido en la plaza de Canelones, los domingos la gente la rodeaba una y otra vez, caminando, y con la particularidad de que las mujeres lo hacían en un sentido y los hombres en el contrario, costumbre también estuvo muy extendida el las plazas castellanas.

Por la noche, después de la agónica victoria de Uruguay, de penal en el último segundo, me acerqué hasta el paseo que allí llaman Rambla Costanera y aún seguían dado vueltas, eso sí habían sustituido el mate por la litrona. No encontré ningún bar, lo único, un chiringuito de playa vacio solo un muchacho viendo la tele, entré y pregunté si estaba abierto, –pasá que te sirvo algo-, luego me enteré que era el sereno. Me contó que a ese deambular motorizado le llamaban el bobódromo, –gastan nafta al cohete, cuando la acaban van a la estación y vuelven-.

Por hoy no os cuento más, Morfeo me reclama y mañana hay que madrugar para continuar recorriendo este país que cada día se me hace más largo y ancho, antes os dejo unos versos de un poema de Benedetti del poema “Quiero creer que estoy volviendo” con el que puedo identificar este viaje:

Vuelvo/quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo
...vuelvo y pido perdón por la tardanza
se debe a que hice muchos borradores
me quedan dos o tres viejos rencores
y sólo una confianza